miércoles, 23 de mayo de 2007

4.45

Aquella luz desapareció en el instante en el que el anciano habló. Sus palabras se oyeron en toda la habitación, y todos aquellos títeres empezaron a querer moverse y lo consiguieron. Títeres de todos los tamaños y formas, a un son, una especie de baile que seguía la voz del anciano. Un ritmo extraño empezó a sonar por el roce de las articulaciones de aquellos muñecos. Pero de repente un de ellos que no era bien bien un títere más bien se parecía a una muñeco de trapo de esos donde con tu mano le haces mover la boca, pero en este caso no había mano que moviese es boca, sino que se movía solo, como si cantase, a un ritmo muy diferente al resto, hasta daba la impresión de que saltaba de un lado a otro de aquella habitación oscura, el anciano al ver esto, dejo de hablar, y todos los títeres dejaron de moverse, y cayeron como inmóviles, como trozos de tela, madera y cartón, todos menos uno, aquel uno que movía la boca como cantando, y saltaba de un lado a otro, ya no solo hacía eso, sino que cantaba, si cantaba, habéis escuchado bien, y no era cualquier canción, era un canción que daba color, incluso el anciano que antes parecía un triste cuerpo vivo, ahora era como una escultura elaborada con paciencia durante años. Era todo como mas bello, ya no parecía una habitación oscura, sino que la luz que se había apagado por el habla del anciano, iluminaba más allá del horizonte, ya no era una habitación aquello, sino que era como un mundo, lleno de títeres que ya no estaban inertes en el suelo, sino que disfrutaban de todo aquello que se podía observar y aún más. Aquel muñeco de trapo no era más que eso, un muñeco de trapo, que quizás no entendía mucho de nada, pero al escuchar una especie de música, no se conformó con seguirla.

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